Un viaje a los confines de la Edad Media en la península ibérica, a una guerra entre musulmanes y cristianos en esa frontera llamada río Duero por una reconquista que nunca llegaba. La comarca de Tierras de Berlanga nos permite acariciar un paisaje áspero que Machado describió antaño con “calvas sierras, caminos blancos y álamos del río” de esa“Soria mística y guerrera”. Un paisaje donde los arroyos escarban valles pedregosos, un territorio jalonado por roídos castillos, viejas atalayas y una de las mejores muestras que el arte románico nos haya podido regalar en Castilla.
Hoy os propongo una ruta en coche por Tierras de Berlanga en Soria descubriendo sus silencios esculpidos en piedra, su aroma de chimeneas adormecidas y los muchos secretos que aún quedan por contar.
¡Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria.
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria.
(A orillas del Duero. Campos de Castilla. Antonio Machado)
La olvidada frontera del Duero en Soria
El Duero siempre ejerció una misión vertebradora. Pero durante décadas en el siglo XI modeló una frontera con la que separar dos mundos muy diferentes. El Islam y el cristianismo. La espada del Cid y la sabia estrategia de Almanzor. La Marca Media en aquel tiempo en que los musulmanes se negaban a facilitar un retroceso a los nuevos reinos del norte se convirtió en una sucesión de escaramuzas, en tierra por conquistar y reconquistar con la que proclamar lo que unos y otros llamaron la Fe verdadera.
En el sur de Soria queda mucho de aquel tiempo, de ese esplendor medieval que idealizaría Bécquer o de esa “Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos” que Machado narró de manera magistral en poemas dedicados a una tierra que amaba tanto como le dolía.
Mi madre me acompañó en la segunda ocasión en que hacía esta ruta. A ella le dedico este artículo.
Viajar por Soria supone partir sin relojes, ni prisas. Porque aquí las hojas del calendario fueron arrancadas hace ya bastante sin que se perciba noción temporal alguna. Y a lo largo de una línea divisoria en la que se apagaron las voces soldadescas pero se conservan innumerables huellas de la vieja frontera surge la comarca de Tierras de Berlanga. En ella es posible salir a descubrir un sinfín de pueblos olvidados, leer con las manos explícitos capiteles románicos, observar el vuelo en bucle de buitres leonados y sentarse en la mesa de una taberna para degustar aquello que nace y muere en viejos hornos de barro.
¿Qué visitar en Tierras de Berlanga? Lugares indispensables para una ruta en coche
Adentrándonos por el este desde San Esteban de Gormaz, El Burgo de Osma y la grandiosa fortaleza califal de Gormaz. O bien por el oeste, desde Medinaceli subiendo por Almazán. El corazón de toda esta historia y de una ruta magnífica de interior es Berlanga de Duero, patria chica de Fray Tomás, Obispo de Panamá y descubridor nada menos que de ese paraíso de la fauna llamado Islas Galápagos. Desde aquí nace una ruta con pueblos encantadores, un románico prodigioso, paisajes olvidados así como la Capilla Sixtina del arte mozárabe en Castilla. ¿Os parece si empezamos y vamos siguiendo un orden?
NOTA:La ruta que vamos a mostrar a continuación en Tierras de Berlanga está preparada para una escapada de para uno o dos días, si nos lo tomamos con algo de calma. Pero es posible combinarla con visitas a otras joyas de la provincia (El Burgo de Osma, Calatañazor, Gormaz, Medinaceli, el Cañón del Río Lobos y la propia ciudad de Soria) en el caso en que decidamos extender la duración de la misma. Nosotros para este viaje hecho en dos etapas distintas elegimos como base el Hotel Termal Burgo de Osma, un balneario dentro de una universidad del siglo XVI con fachada plateresca.
Berlanga de Duero, el corazón y centro de la ruta
Es esta villa la que da nombre a una comarca tan histórica y donde se centra buena parte del tiempo a dedicar en el recorrido propuesto. Considerada como una de las localidades más hermosas e interesantes de la provincia de Soria, recibe a los viajeros con un castillo en lo más alto de un cerro. El origen de esta fortaleza de interminables murallas y torreones circulares se remonta al tiempo en que los árabes gobernaban en la zona, aunque la estructura fue modificada después de que los cristianos, bajo el mando de Fernando I de Castilla, reconquistaran el Alto Duero. Si bien fue en el siglo XVI cuando la poderosa familia Tovar (dicen que oyendo los consejos del Emperador Carlos V con respecto a la posibilidad de una guerra con los franceses), encargó una mejora radical al ingeniero italiano Benedetto di Rávenna con el objeto de dotarle de un sistema defensivo único que garantizara su inexpugnabilidad.
Se recomienda dejar el coche extramuros a un costado del rollo medieval de etilo gótico en el que se ajusticiaban a los reos y acceder a la villa por la Puerta Aguilera, una de las cinco entradas almenadas que en su momento rodearon el municipio. Desde la misma se llega a la Plaza Mayor por una larga y estrecha calle porticada con columnas de madera (Ntra Señora de las Torres). Buena parte de Berlanga de Duero, y lo que hace que sea tan especial, es que sus casas conservan una adorable armonía estética en la que muchas muestran como cicatrices los entramados de madera de sus muros, al igual que otras viviendas lo hacen con sus escudos de armas. La colección de blasones que hay en la villa es realmente interesante y da muestra del poderío de una localidad que curiosamente no aparece en demasiadas guías de viajes.
En la plaza tenemos dos posibilidades, o sucumbir en el bar nada más llegar ante el hipnótico aroma de los torreznos sorianos o aplacar nuestra gula un rato y caminar desde la propia plaza hasta la Colegiata de la Virgen del Mercado. Es el lugar de culto más importante de la zona y poco tiene que envidiarle a más de una catedral española. Cuesta 2€ la entrada (abre de miércoles a domingo) pero merece la pena acceder a este templo gótico-renacentista que te gana por un imponente techo abovedado en estrella (de las mejores tracerías que se pueden admirar en la provincia). En una de las paredes interiores de la colegiata sorprende la presencia del cuerpo disecado de un caimán. Se trata de una de las rarezas que se trajo desde las Américas el mismísimo Fray Tomás de Berlanga. No sería de extrañar que semejante ofrenda en aquellos tiempos causase estupefacción y fuese comparable a la de traerse la cabeza de un dragón. Por entonces los mayores reptiles que con los que se habían topado los habitantes de Berlanga no pasaban de las lagartijas o culebrillas de campo.
Camino al castillo, cada vez más cerca, nos percatamos en la Calle de las monjas de una vivienda de adobe con entramados de madera y una frondosa vegetación. Se trata de la casa natal del propio Fray Tomás, tal como refleja una placa colocada en la pared. Este hijo pródigo llevó muy lejos a la villa de Berlanga. De hecho, frente al palacio ducal (por donde se accede al castillo) una estatua recuerda las hazañas de uno de los personajes esenciales con los que comprender los difíciles comienzos de la conquista del Nuevo Mundo.
Fray Tomás de Berlanga descubrió de manera accidental el archipiélago de las Galápagos cuando su embarcación se desvió a causa de una tormenta cuando se dirigía a Perú. También fue interlocutor de la Corona en las disputas territoriales de Francisco Pizarro y Diego de Almagro en territorios chilenos y peruanos. Asimismo se ocupó de incentivar el cultivo del plátano y del tomate en el Caribe y fue la primera persona que habló de las muchas posibilidades que había de comunicar el océano Atlántico con el Pacífico a través del itsmo de Panamá. El canal de Panamá fue inaugurado casi cuatro siglos, en el año 1914, pero a Fray Tomás se le considera uno de los padres de una idea que revolucionó el transporte de mercancías (y pasajeros) en barco con el que por fin se evitaba pasar por el temido Cabo de Hornos o por el Estrecho de Magallanes.
Al costado de una fachada casi hueca perteneciente al palacio ducal, en una torre, está la oficina de turismo, donde es posible obtener más información sobre la villa, así como de los pueblos que conforman Tierras de Berlanga. También aquí venden las entradas para los distintos atractivos que visitar, entre los que se encuentra el propio castillo (Precio 3€; es preciso subir una cuesta para empezar el recorrido), la colegiata antes mencionada (2€) así como el nuevo centro de interpretación de la ermita de San Baudelio de Berlanga (de la que hablaremos a continuación) en el antiguo matadero, a unos pasos de la oficina (2€; te entregan una tarjeta con la que acceder a las instalaciones por tu cuenta).
Berlanga da para pasar muy buenos ratos. Y si bordeamos exteriormente las murallas del castillo ofrece la posibilidad de hacer unas fotografías muy sugerentes de su alma medieval. Es entonces cuando nos damos cuenta de lo grandiosa que es la fortaleza que llevó durante unos ochocientos años las riendas de la que se conocería como Comunidad de villa y tierra de Berlanga.
Ermita de San Baudelio de Berlanga, la Capilla Sixtina del mozárabe
Por la carretera SO-152 nos adentramos desde Berlanga de Duero por los dominios del Escalote, uno de los afluentes del Duero que cercenan la orografía de la zona. Apenas a diez kilómetros y dejar atrás Casillas de Berlanga nos desviamos a mano derecha para visitar la joya de la corona y que justificaría por sí sola una escapada a la comarca de Tierras de Berlanga. Aunque por fuera uno no aseguraría lo mismo. Porque tras subir por la carretera durante unos segundos lo que se ve es un pequeño edificio de piedra que, a priori, no llamaría la atención a nadie. Pero en absoluto se trata de una de las cientos de emitas que hay a la salida de muchos pueblos castellanos. San Baudelio guarda lo mejor de sí misma en su interior. Basta entrar, abrir bien los ojos y quedarse sin palabras durante unos instantes. Estamos, nada más y nada menos, dentro de la Capilla Sixtina del arte mozárabe.
San Baudelio de Berlanga es un universo sostenido por una enorme pilastra central que recuerda a una palmera y que nos invita a sumergirnos en sueños más orientales. Desde ahí surgen galerías interrumpidas por arcos de herradura y al fondo un ábside en el que comenzar a leer a través de los dibujos la que puede ser una de las mejores recopilaciones pictóricas de origen mozárabe (los mozárabes eran cristianos venidos de Al-Andalus que siempre mantuvieron su religión pero que hicieron suyos muchos de los conceptos del arte y la arquitectura plasmada por los árabes en territorio peninsular). De ese modo aparecen elefantes trasladando castillos en su lomo o camellos, así como numerosas de escenas bíblicas o de santos con ese toque “arabizado” de un estilo artístico único en la Península Ibérica.
Lamentablemente la ermita de San Baudelio sufrió de un gravísimo expolio durante los años veinte. Aunque en este caso el “robo” fue perpetrado por los propios habitantes de Casillas de Berlanga, quienes vendieron a trozos buena parte de su patrimonio a tratantes de arte que se aprovecharon de la circunstancia (entonces no se valoraban tanto estas cosas como ahora y estaba por encima cualquier ayuda económica que fuera posible). De ahí que muchos fragmentos de las pinturas de este románico primitivo estén en museos de Nueva York, Boston o incluso en el madrileño Museo del Prado. Aún así, lo que se conserva en San Baudelio es tan extraordinario que sigue manteniendo con toda justicia su apodo de “Capilla Sixtina del mozárabe”.
Horarios: De octubre a marzo la ermita de San Baudelio de Berlanga abre de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 horas. De abril a septiembre cierra sus puertas dos horas más tarde, mientras que los domingos y festivos sólo abre de mañana de 10:00 a 14:00 horas. Cierra los lunes y los martes.
Precio: La entrada es gratuita. Se hace por cuenta propia, aunque la persona que controla los accesos suele explicar a los visitantes algunas particularidades del monumento. Es posible tomar fotografías aunque no usar flash, como es obvio.
Caltojar y la iglesia románica de San Miguel Arcángel
Continuando por la misma carretera, a tan sólo seis kilómetros de San Baudelio, aparece otro pueblo en el que no sobra, ni mucho menos, detenerse. Se trata de Caltojar, con apenas una setentena de personas habitándolo, en el que destaca, sobre todo, la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. Tierras de Berlanga son una ruta del románico en sí mismas y Caltojar contiene uno de los mejores ejemplos de este estilo arquitectónico. Aunque baste con contemplar el pórtico de entrada, con cinco arquivoltas (la exterior zigzagueando) y una extraña figura alada esculpida en el tímpano, para quedarnos prendados de este monumento religioso.
Entrar ya es otra cuestión, ya que salvo cuando hay oficios religiosos permanece cerrada. Pero existe un salvoconducto, que consiste en preguntar en el pueblo por quién tiene las llaves de la iglesia. Y si esta persona, que vive muy cerca del templo, no se ha ido a la compra o esté de paseo por otro pueblo, es posible que nos abran la puerta para poder admirar el interior de San Miguel Arcángel.
Alrededor de Caltojar se conservan varias atalayas islámicas que forman ya parte de una ruta que nos recuerda una vez más que estamos siguiendo las huellas de una vieja frontera entre dos mundos.
Bordecorex, el último suspiro de Almanzor
Desde Caltojar aparece un desvío por una carretera estrecha que comunica con el pequeño y pintoresco pueblo de Bordecorex. La atalaya apodada como La Veruela se ve a mano izquierda y para llegar o se sube el coche por un camino rural sin asfaltar o se hace caminando. Si vamos directamente a Bordecorex nos encontramos con un pueblo ciertamente aislado que muestra signos evidentes de su despoblación (el censo de 2010 hablaba de un censo de once personas que vivían en el pueblo de manera permanente).
El origen del nombre de Bordecorex proviene del árabe Borg Al-Quraysi, y es que se sabe que este era un emplazamiento que estuvo habitado por gente musulmana. De hecho existe una teoría que ubica de forma concreta en este lugar la muerte de Almanzor en el verano del año 1002 tras retirarse malherido de la batalla de Calatañazor. Otras aseguran que le dio tiempo a llegar de sobra a Medinaceli, donde fallecería finalmente.
Bordecorex, bañado por el río Torete, recuerda su pasado de piedra en absoluto silencio. Las fuentes y sus antiguos lavaderos son lo único que se escucha mientras se emprende un camino en cuesta hasta la iglesia de San Miguel Arcángel, también románica, y con un torreón defensivo haciendo las veces de campanario.
Rello
Si bien se puede ir por un camino rural hasta Rello desde Bordecorex, en este caso preferimos regresar a Caltojar y de ahí continuar por la SO-152 para recorrer por una mejor carretera la docena de kilómetros que separan ambas poblaciones. A la altura de La Riba de Escalote nos desviamos a la izquierda para tomar la SO-132 y llegar enseguida a una de las villas amuralladas más genuinas e interesantes de la provincia de Soria.
Rello está encaramada sobre una peña y se ajusta perfectamente a su filo de piedra caliza. La erosión del Escalote en este enclave forma unas hoces escarpadas que se han convertido desde tiempos inmemoriales en el hogar de buitres leonados y otras aves de rapiña que se dejan ver planeando, e incluso posadas, en un espacio de elevado interés ornitológico.
No cabe duda de que Rello aprovecha su espléndida situación estratégica para encerrar sus angostas callejuelas en una muralla del siglo XII y escuchar cómo soplan el tiempo y los duros inviernos causante de su lento pero constante desgaste. La villa destaca por su gran conjunto histórico, el cual fue declarado Bien de Interés Cultural con razones de peso que se sobreentienden cuando se entra a todo un universo medieval por uno de sus grandes portones.
Sorprende la presencia de un rollo de hierro en la plaza, una auténtica rara avis, ya que estos elementos jurisdiccionales medievales solían ser normalmente de piedra (como, por ejemplo, el que encontramos a la entrada de Berlanga de Duero). De ahí que surja un antiguo trabalenguas popular que dice: “El rollo de Rello es de Yerro” (probad a decirlo muy rápido repetidamente).
Las mejores fotos de Rello se toman tanto desde arriba en la muralla como desde abajo, donde se aprecia verdaderamente su vertiginoso emplazamiento en el que aprovecha las estrecheces de una peña.
Regreso a Caltojar visitando una atalaya islámica
A la salida de Rello hay una indicación de “atalaya islámica”. Nos encontramos en la conocida como ruta de las atalayas, en las que se pueden seguir los restos que nos quedan de estos torreones que los soldados musulmanes utilizaban para vigilar el territorio y comunicarse entre ellos (con espejos durante el día y con luz de antorchas o velas por la noche). Al parecer existía en tiempos de la Reconquista tal número de atalayas islámicas en la Marca Media que un mensaje ante un posible peligro se podía transmitir muy rápidamente a muchos kilómetros. Y la muestra de ello en el entorno es evidente.
Para dirigirse a la que, particularmente, me parece la atalaya más interesante y mejor conservada de la zona (El Tiñón), hay que olvidarse del asfalto, incluso de la fiabilidad del GPS, y tomar un camino rural de tierra desde Rello. Si se hace con un 4×4 o, al menos, un crossover, mejor que mejor para ir con mayor seguridad. Y no hacerlo después de lluvias o nieves, ya que puede ser peligroso. En otras épocas del año es bastante sencillo, adecuando la velocidad a una calzada que no está pavimentada y que sirve para alcanzar lugares como al que nos dirigimos.
La atalaya del Tiñón, en la que volvemos una vez más a las leyendas sobre la muerte de Almanzor, actúa como un auténtico faro en esa Castilla que se extiende como una alfombra solitaria. Desde esta estructura tronco-cónica, única en la privincia, es fácil ver cómo mira de cara a otras de su estilo como Torre Melero, La Ojaraca. Y no cuesta imaginarse sus funciones retrocediendo los relojes nada menos que diez siglos.
Volviendo al camino principal y continuando de frente por donde hemos venido desde Rello, tardamos en alcanzar Caltojar no más de ocho minutos.
Tras los pórticos románicos de Aguilera y Andaluz
Volvemos al centro de operaciones en Berlanga de Duero. Hay que tener en cuenta que en los lugares antes mencionados no hay ningún sitio para comer (hay un pequeño bar en la plaza principal de Rello donde se puede comprar algo suelto), así que éste puede ser el momento ideal para cargar las pilas.
Y desde Berlanga un pequeño viaje hasta Aguilera de tan sólo 5 kilómetros (hay una carretera sin asfaltar desde la “Puerta de Aguilera” por la que antes entramos a la villa y con la que llegar de manera directa). Desde allí ya se aprecia a lo lejos la fortaleza de Gormaz (cuya visita es 100% recomendable) pero el interés en Aguilera está en la iglesia románica de San Martín (siglos XII-XIII), que muestra una estupenda galería porticada con motivos vegetales y curiosos personajes.
Pero si hay una iglesia porticada en Tierras de Berlanga que merezca la pena por completo esa es la de Andaluz, dedicada a San Miguel (como la de Caltojar o Bordecorex, hay muchas en la zona dedicadas al arcángel) y con una galería de 8 + 2 arcos en lo que se conserva de la fachada sur del siglo XIII que da para quedarse un buen rato leyendo capiteles y ver cómo naranjea la piedra a última hora de la tarde.
Aunque siempre toca elegir, la ruta románica de Tierras de Berlanga da para mucho más y seguir descubriendo rincones con encanto en localidades como Torreandaluz, Paones o Brías. Pero soy de la opinión de que no conviene cerrar el círculo nunca y de ese modo contar con buenas excusar para regresar a la comarca. O seguir dibujando postales machadianas en una provincia que esconde auténticos tesoros con los que hacer un viaje para seguir las huellas de la vieja frontera.
Me encanta Soria. No sé si lo he dejado claro ya…
Puedes leer un artículo mío sobre Tierras de Berlanga titulado “Las huellas de la vieja frontera” en el suplemento de viajes de la Revista Hola dedicado a escapadas por España (ruta nº39). Se trata del suplemento publicado en diciembre de 2016 y que durante los próximos meses se puede adquirir en los kioskos y librerías españolas.
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